Bahía Blanca | Sabado, 18 de mayo

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Aguas termales, un llamado a los privados

La posibilidad de explotar el recurso termal exige una participación mixta

Una nota publicada el pasado domingo en este diario dio cuenta de la singularidad que tiene Bahía Blanca por estar asentada sobre un manto de agua termal de casi 400 metros de espesor.

La misma fue descubierta en 1912 en Argerich, cuando la perforadora llegó a los 600 metros de profundidad y el agua comenzó a surgir con una potencia y un caudal sorprendentes, a unos 60ºC de temperatura.

Los diarios se hicieron eco del hecho, asegurando que se había encontrado un recurso pondría fin a las penurias de la ciudad en materia de provisión de agua.

A fines de la década del 40 comenzó la era de los surgentes en Bahía Blanca. El estado entendió que era una fuente de agua que no podía ignorarse y comenzó una tarea de derivó en la ejecución de más de 50 pozos, a los que sumaron otros como parte de emprendimientos privados.

Cada pozo era acompañado de una obra complementaria que incluía piletas para el enfriamiento, a veces un tanque de almacenamiento y la conexión del producido a la red de distribución.

Cuando en 1972 se habilitó en complejo de Paso de las Piedras se abandonó cada surgente y no hubo un plan para mantenerlos y conservarlos.

Desde hace años, profesionales de la Universidad Nacional del Sur han puesto su mira en el potencial turístico-recreativo de ese recurso, el cual sí es aprovechado en localidades como Pedro Luro o Médanos.

Según estudios realizados, el agua de la napa es inodora e incolora, con presencia de sulfatos, cloruros, calcio, sílice, sodio y flúor, con propiedades terapéuticas en tratamientos de afecciones reumáticas, articulares y afecciones respiratorias.

La realidad es que difícilmente la Autoridad del Agua, organismo provincial bajo cuya órbita están los surgentes, se interese por desarrollar una propuesta en este sentido. Lo que aparece como alternativa es interesar a privados en invertir en este rubro y lograr una conjunción mixta con el estado que permita el aprovechamiento de la cuenca.

No alcanza con un diagnóstico. Es necesario avanzar con propuestas concretas, quebrar la burocracia y gestionar en pos de intervenir un recurso que en otros lugares del mundo sería aprovechado de manera total