Bahía Blanca | Domingo, 28 de abril

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Automóviles de culto en las legendarias rifas que marcaron una época

Rifas supermillonarias, premios increíbles. Una práctica que permitió a las instituciones mejorar sus instalaciones. Los automóviles fueron protagonistas destacados de esos sorteos.

 

Hoy es un recurso poco habitual, o casi nulo, a la hora de buscar reunir dinero en cantidades importantes. Pero hubo épocas –entre las décadas del 30 y del 60-- que a la hora de recaudar fondos, las instituciones recurrían a la organización de grandes rifas, a precios accesibles y con una variedad, cantidad y calidad de premios que hoy sorprende.

Son recordadas las que organizaba la Cooperadora del cuerpo de Bomberos de la Provincia, mediante las cuales llegaron a sortear tres chales a estrenar en la avenida Alem.

No menos ambiciosas fueron las realizadas por el ex Colegio Nacional y por la Cooperadora del hospital Penna, como así también las que organizaban la mayoría de los clubes deportivos.

En la década del 30, por citar dos ejemplos, el club Estudiantes sorteó una vivienda tipo petit hotel en la esquina de Savedra y España, diseñada por el arquitecto Manuel Mayer Méndez y amueblado por la Mueblería Española de Pedro Taberner.

El club Pacífico, por su parte, hizo lo mismo con una vivienda proyectada por el ingeniero Norberto Arecco, en la esquina de Terrada y Moreno. Muchas de las obras más importantes de estas instituciones se realizaron con fondos provenientes de estos emprendimientos.

Terrada y Moreno, casa Verde a $ 1 el número.

Dos sobre ruedas

Entre tantísimas rifas organizadas, y a título de muestra, rescatamos las que organizaron en 1961 el club Tiro Federal y la Cooperadora del Hospital Penna, en las cuales los automóviles eran protagonistas y permiten además rescatar de la memoria modelos que marcaron una época, con marcas como Zunder 1500, Dinarg D-200, NSU Prinz, Hansa 1100, Isard T-300, De Carlo 700 y Bambi, entre tantos.

En el caso de Tiro Federal, era la tercera que organizaba, cada una con la debida autorización del “gobierno superior de la provincia de Buenos Aires”. Los premios establecidos eran seis automóviles, dos que formaban parte del primero, otros cuatro completaban la lista.

Se vendía una única serie, la cual se podía adquirir en agencias de lotería o a alguno de los muchos vendedores que recorrían los barrios cada día.  El precio del número era de $ 500, unos 6 dólares de la época.

Lo atractivo de la rifa estaba –con la perspectiva del tiempo— en los modelos de automóviles que entregaba, hoy verdaderos clásicos, autos de culto, amados por los coleccionistas y que maravillan a propios y extraños cuando alguno de esos modelos se los ve rodando por la ciudad.

Primer premio, doble

El premio mayor era doble: una camioneta Chevrolet modelo 1960, valor de mercado $ 463.400, y un Renault Dauphine, cuatro puertas, modelo 1961, cotizado en $ 284.800.

El Dauphine era parte de los considerados “coches económicos”. Tenía el motor en la parte trasera, cuatro cambios y podía alcanzar los 117 km/h. En nuestro país fue fabricado por Industrias Kaiser Argentina (IKA) y su nombre fue en gran medida eclipsado por su sucesor, el Renault Gordini, similar en sus formas aunque con mejoras mecánicas.  Un Dauphime conformaba también el segundo premio.

El tercer lugar era para un De Carlo 700. De procedencia alemana se lo conocía como “el BMW argentino” y era fabricado por Metalmecánica, en su planta de José C. Paz.

Tenía bajo consumo, podía alcanzar los 120 km/h y si bien se decía que su motor era muy ruidoso era un modelo muy buscado. Se dejó de fabricar en 1965, luego de lanzar 9.100 unidades.

En cuarto lugar estaba un NSU Prinz. Otra joyita alemana, diseñado por NSU Motorenwerke AG. Un auto chico, económico –6,5 litros cada 100 km— que podía llegar a 100 km/h. Tenía dos puertas y un modelo con carrocería bicolor y techo corredizo.

Y el último premio, una joyita. Un “ratón”, uno de los varios en su tipo que circularon por el país. En este caso un Heinkel, una microcoupé que podía recorrer 100 kilómetros con 3,5 litros de nafta. Con su tanque de 16,9 litros lograba una autonomía de 480 kilómetros. De sólo 2,50 m de longitud y apenas 1,37 m de ancho, podía albergar hasta cuatro pasajeros. El acceso se efectuaba por una puerta delantera.

El Penna, al por mayor

En junio de ese mismo año 1961 la cooperadora del hospital Penna organizó una de las rifas más extraordinarias jamás realizadas. “Colabore en la humana obra que cumple el Policlínico para todo el Sur Argentino”, señalaba la campaña de promoción.

La rifa del Hospital Penna, miles de premios

Organizada para sortear con la lotería nacional a fines de diciembre, la rifa entregada 3.800 premios, siendo los vehículos los grandes protagonistas. El primer premio, una pick-up Ford, doble cabina, valor $ 580 mil, y un Hansa 1100, de $ 439.999.

El Hansa era un “compacto” de origen alemán fabricado en el país. Motor de cuatro tiempos y una velocidad de hasta 135 km/h. Consumía 7,4 litros de nafta común cada 100 kilómetros.  La fabricación estuvo a cargo de Goliath Hansa, con su planta industrial en Villa Constitución, provincia de Santa Fe. Solo funcionó durante 1961 y fabricó 804 ejemplares.

 

Como segundo premio, tres combos, cada uno formado por dos vehículos: un Hansa 1000 y un Isard Royal T-700. Seguía luego un listado asombroso: tercer premio (para los billetes que coincidieran sus tres últimas cifras con el premio mayor) 34 motonetas Dunky. Quienes coincidieran con dos números, había 342 lavarropas Opiquita y, finalmente, el quinto premio, para quien tuviese un número final coincidente con el premio mayor, había 3.420 relojes pulsera.

Pero no terminaba ahí la historia. Cada mes, había cuatro Isard Royal T-700 -- en sus modelos Sedan, Coupé y Royal -- para los billetes bcuyas cuatro cifras finales coincidieran con el premio de la segunda jugada de la lotería nacional del mes había cuatro vehículos, Isard Royal T-700.

El Isard Royal T-700 era un sedán de dos puertas, basado en el Glas Isar de origen alemán, uno de los más populares de la década de 1960'. Isard Argentina comenzó sus actividades en 1959. A diferencia de la mayoría de los vehículos, el T-700 poseía motor delantero y tracción trasera, sumado a mejores sus condiciones de habitabilidad que el NSU Prinz y el BMW De Carlo 700, sus competidores directos. Otro detalle del 700 es que tenía palanca al piso, algo poco habitual en la época.

Sobre ruedas

Es difícil imaginar hoy este tipo de rifas, con semejantes premios y encontrando tanta adhesión de la gente. Porque además estos emprendimientos excedían a nuestra ciudad, al punto que, en el caso del Penna, los primeros ganadores residían en Energía, Bordenave, Quilmes, Campamento El Tordillo de Comodoro Rivadavia y La Pampa.

Usos y costumbres de otros tiempos. Con la suerte echada y en manos de la Diosa Fortuna.

Calle O'Higgins, autos de culto, los 60